No todos los científicos estuvieron de acuerdo con Ibrahim. Así que, con el apoyo de una subvención de la National Geographic Society, regresó al mismo yacimiento en busca de más fósiles de espinosaurio. Era una tarea difícil, pero los científicos no tardaron en verse recompensados al descubrir más piezas de la cola del espinosaurio.

Descubrieron algo asombroso. En los demás dinosaurios, la cola se estrecha hasta formar un punto. Pero en el espinosaurio, la punta de la cola es ancha.
En forma de remo. Los pequeños bultos que aparecen en el extremo de la cola quizá le sirvieron para moverla mientras nadaba. Como espinas de pez, el espinosaurio tenía unos huesos finos y alargados conectados a la cola.

Tras reunir estas nuevas evidencias fósiles, Ibrahim volvió a reunirse con otros científicos. ¿Podrían ayudarle a hacer otro experimento? Esta vez se propuso averiguar cómo funcionaba esta cola en el agua.

Mediante modelos digitales y con una maqueta real dentro del agua, el equipo hizo un importante descubrimiento. La cola del espinosaurio generaba en el agua una propulsión ocho veces mayor que las colas de otros dinosaurios en tierra firme. Esta prueba convenció aún más a Ibrahim de que el espinosaurio pasaba la mayor parte del tiempo en el agua.