En estado salvaje

Los diablos de Tasmania son nocturnos y bastante solitarios. Pero eso cambia cuando hay comida de por medio. Los diablos tienen un extraordinario sentido del olfato. Son capaces de detectar carroña a 0.8 kilómetros de distancia (media milla, aproximadamente). Una vez olida, la rastrean rápidamente.


Los diablos establecen un orden de quién come qué y cuándo. Puedes oírlos “bufar”, “gritar”, “resoplar” y “chillar”. Cada uno de estos sonidos tiene un significado diferente. Una discusión por un wombat muerto quizá empiece con algunos bufidos y rugidos. Pero en cuestión de segundos, se desata un griterío sin control.

El extraordinario sentido del olfato de los diablos de Tasmania les permite evitar a los predadores y detectar presas y carroña.

Estos diablos de Tasmania mantienen una charla durante la cena.

Solo hay un cadáver para un montón de diablos hambrientos. Estos sonidos ayudan a poner cierto orden entre tanto caos. Los diablos de Tasmania no solo se gritan: también se muerden. Se lanzan dentelladas unos a otros. Y es aquí donde empiezan los problemas para esta especie.

Una crisis en Tasmania

Ya en 1996, un fotógrafo tomó unas instantáneas de varios diablos en la isla. Tenían el rostro deformado por unos enormes tumores. Nunca había visto nada igual, así que se las mostró a unos científicos que conocía.


En 2002, los científicos averiguaron que se trataba de un tipo de cáncer. El cáncer, generalmente, no "se coge". Las células de un individuo son diferentes de las de otros. Y sin embargo, los diablos de Tasmania se veían afectados por uno de los ocho únicos cánceres que pueden transmitirse de un animal a otro. Se llama enfermedad de tumores faciales del diablo de Tasmania. Y es mortal. Pongamos que un diablo muerde a otro. Pues bien, ambos diablos morirán. Como los diablos se muerden con frecuencia en la cara en sus peleas por la comida, la enfermedad se extendió rápidamente.

Cuando un diablo de Tasmania enfermo de cáncer muerde a otro, le contagia la enfermedad.

cría de diablo de Tasmania

¿Por qué no podía combatir la enfermedad el organismo de los diablos? Resultó que este tipo de cáncer es capaz de esconderse del sistema de defensa de los diablos. Su organismo cree que el cáncer forma parte de su propio cuerpo. Así que no se defiende de él. Y el cáncer sigue creciendo. Los diablos contagiados mueren de hambre. Porque el cáncer les invade la cara y no pueden comer más.


Los diablos estaban desapareciendo. Muchos científicos temieron que el diablo acabaría extinguiéndose. Pero eso no es lo que sucedió.

Avances en la conservación

Los guardas encargados de proteger la fauna de Tasmania no tardaron en empezar a capturar a los diablos sanos. Emprendieron un programa de reproducción en cautividad. Esto garantizaría el futuro de una población sana de diablos de Tasmania. Los guardas pusieron trampas seguras para atrapar ejemplares, tomar notas y soltarlos de nuevo.

Los programas de reproducción en cautividad garantizaron una población de diablos sin cáncer.

Este diablo es puesto en libertad por los científicos para monitorizar la salud de los diablos de Tasmania.

Y en el laboratorio estudiaron la enfermedad. ¿Podrían crear una vacuna que protegiera a los diablos? Los científicos confían en que acabarán lográndolo. Además, han empezado a ver casos de diablos infectados que se recuperan. ¿Cómo? Es posible que sus cuerpos estén empezando a aprender a combatir la enfermedad.


Los diablos de Tasmania ejercen una función clave como necrófagos de su ecosistema. Son unos animales muy queridos en todo el mundo. ¡Su recuperación es muy importante!