Varios huaorani navegan por un río en canoa.

Perforaciones

En 2012, el Gobierno de Ecuador se disponía a hacer nuevas concesiones de explotación a las compañías petroleras. Y estas concesiones afectaban una vez más a los territorios huaorani. Por ley, el Gobierno estaba obligado a explicar a las comunidades afectadas, incluida la huaorani, las ventajas y desventajas de hacer perforaciones en su territorio. Y el Gobierno envió a sus delegados para hablar con los huaorani, pero lo hicieron rápido y mal. Como los huaorani van a pie o en canoa, muchos de sus líderes no pudieron llegar a tiempo a estas reuniones. Los delegados del Gobierno usaban un lenguaje técnico que los huaorani no podían comprender. Sólo les dijeron que el dinero procedente del petróleo sería bueno para su comunidad, no malo.


Los huaorani se enteraron después de que el Gobierno había fraccionado una gran parte de la Amazonia, incluido su territorio. Y que estas secciones serían subastadas a compañías petroleras. La sección de los huaorani era la número 22.


Los huaorani habían defendido sus tierras de los conquistadores españoles, de los recolectores de caucho y de los madereros. Ahora les tocaba defenderlas de nuevo. Y para eso necesitaban un líder.

Una líder para un pueblo

Nemonte Nenquimo es una madre de 35 años de edad, nacida y criada en la cultura huaorani. Cuando era muy pequeña, su padre trasladó a su familia a una comunidad en una zona más profunda de la selva lluviosa. Quería alejarla de cualquier influencia de los misioneros. Sus recuerdos de niñez están llenos de chapuzones en los ríos selváticos, de frutas silvestres y de las canciones tradicionales de su abuela y de su tía.

reunión de la comunidad huaorani

Este anciano huaorani utiliza una cerbatana y dardos para cazar.

Piyemo, el abuelo de Nenquimo, era un respetado guerrero y defensor del territorio huaorani. Piyemo creía que la selva debía ser preservada como herencia para sus hijos y nietos. Nenquimo había aprendido de él que la tierra debía ser defendida de aquellos que no vivieran en ella.


Nenquimo también aprendió mucho de su abuela. En la nación huaorani, las mujeres han sido tradicionalmente las que velan por la selva. Cuidan de las plantas y los animales, y dicen a los hombres dónde y qué tipo de animales cazar. Nenquimo ya era una líder de su comunidad. En 2015 contribuyó a liderar un proyecto para cartografiar los territorios ancestrales de los huaorani.

Ancianos, jóvenes y niños trabajaron juntos en un mapa de su territorio donde aparecían ríos sagrados, puntos de reproducción de animales, enterramientos, arboledas de frutales y pinturas. Usaron métodos de dibujo tradicional, como papel y lápiz, y dispositivos modernos como localizadores GPS y cámaras.


Estos mapas acabaron siendo pruebas de un valor incalculable en su lucha posterior. Mostraban la íntima relación de los huaorani con su tierra y lo enraizada que está en ella su cultura.

Los huaorani hicieron un mapa de la selva lluviosa que ilustraba su conexión con su tierra.

Rodeada de su gente, Nenquimo habla con los periodistas sobre su caso.

Doce comunidades eligieron a Nenquimo y a otras cuatro mujeres para representarlas en el juicio. En su demanda se argumentaba que el Gobierno no había obtenido el libre acuerdo de los huaorani, tal y como exige la ley. Por tanto, la futura subasta de las tierras sería ilegal. “El Gobierno quiso vender nuestras tierras a las compañías petroleras sin nuestro permiso”, dijo Nenquimo. “Nuestra selva lluviosa es nuestra vida. Nosotros decidimos lo que se hace en nuestra tierras. Jamás venderemos nuestra selva a las compañías petroleras”.


El 27 de febrero de 2019, los huaorani demandaron oficialmente al Gobierno de Ecuador. No sabían si tendrían éxito. Solo sabían que debían intentarlo.