Varios huaorani navegan por un río en canoa.

Perforaciones

En 2012, el Gobierno de Ecuador se disponía a dar permisos de perforación a las compañías petroleras. Los territorios huaorani se verían afectados. Por ley, el Gobierno estaba obligado a explicar sus intenciones a los huaorani.


El Gobierno envió delegados a la selva. Hicieron reuniones breves y apresuradas. Muchos huaorani ni siquiera tuvieron tiempo de llegar hasta allí. Y los que llegaron, no entendían aquellas palabras.


Los huaorani se enteraron después de que el Gobierno había fraccionado una gran parte de la Amazonia para extraer petróleo. La sección de los huaorani era la número 22. Tenían que defender su territorio.

Una líder para un pueblo

Nemonte Nenquimo nació y se crió en la cultura huaorani. Cuando era muy pequeña, su familia se trasladó a una comunidad en lo más profundo de la selva lluviosa.

reunión de una comunidad huaorani

Este anciano huaorani caza disparando dardos con una cerbatana.

Piyemo, el abuelo de Nenquimo, era un respetado guerrero. Creía que la selva lluviosa debía ser protegida. Nenquimo aprendió de él que la tierra debía ser defendida de toda amenaza.


Nenquimo también aprendió mucho de las mujeres huaorani. Ellas han sido tradicionalmente las que velan por la selva. Cuidan de las plantas y los animales, y dicen a los hombres dónde y qué tipo de animales cazar.

En 2015, Nenquimo participó en la creación de un mapa de sus territorios ancestrales. Viejos y jóvenes trabajaron juntos. En el mapa se mostraban sus ríos sagrados, zonas de cría de animales y arboledas de frutales. Usaron métodos de dibujo tradicionales así como localizadores GPS y cámaras.


Estos mapas documentaron la íntima relación de los huaorani con su tierra.

Los huaorani dibujaron un mapa de la selva lluviosa para mostrar su conexión con la tierra donde viven.

Rodeada de su gente, Nenquimo habla con los periodistas sobre su caso.

Doce comunidades eligieron a Nenquimo y a otras cuatro mujeres para representar a los huaorani en el juicio. Argumentaron que el Gobierno no había obtenido el libre acuerdo de los huaorani. Y la ley así lo exigía.