En estado salvaje

Por lo general, los diablos de Tasmania son solitarios; pero no cuando hay comida de por medio. Los diablos tienen un extraordinario sentido del olfato. Son capaces de detectar carroña a 0.8 kilómetros de distancia (media milla, aproximadamente). Una vez olida, la rastrean rápidamente. Los diablos son capaces de recorrer un kilómetro (0.6 millas) a 25 kilómetros (15.5 millas) por hora.


En cuanto llegan hasta el cadáver que olían, la situación se vuelve más delicada. Los diablos establecen un orden de quién come qué y cuándo. Los diablos de Tasmania tienen un total de 11 vocalizaciones diferentes: “bufido”, “rugido nasal”, “ladrido”, “chasquido de mandíbulas”, “quejido‑rugido”, “estornudo” y “grito”. Cada uno de estos sonidos tiene un significado diferente. Una discusión por un wombat muerto, quizá empiece con algunos bufidos y rugidos nasales. Pero en cuestión de segundos, se desata un griterío sin control.

El extraordinario sentido del olfato de los diablos de Tasmania les permite evitar a los predadores y detectar presas y carroña.

Estos diablos de Tasmania mantienen una charla durante la cena.

En torno a un cadáver donde se juntan varios diablos a comer, estos sonidos ponen cierto orden entre tanto caos. Los diablos de Tasmania no solo se gritan: también se muerden. Se lanzan dentelladas con sus poderosas mandíbulas. Y es aquí donde empiezan los problemas para esta especie de marsupial.

Una crisis en Tasmania

Ya en 1996, un fotógrafo tomó unas instantáneas de varios diablos en el extremo nororiental de la isla. Tenían el rostro deformado por unas enormes tumoraciones. Jamás había visto nada igual. Les enseñó las fotos a unos científicos que conocía. Ellos tampoco habían visto eso.


En 2002, los científicos ya observaban esas lesiones con frecuencia. Empezaron a estudiarlos y descubrieron que se trataba de un tipo de cáncer. Por lo general, el cáncer no "se coge". Las células cancerosas de un individuo no son iguales a las de otro. Y sin embargo, los científicos determinaron que los diablos de Tasmania se veían afectados por uno de los ocho únicos cánceres que pueden transmitirse de un individuo a otro. Se trata de la llamada enfermedad de tumores faciales del diablo de Tasmania. Y es mortal. Si un diablo tiene la enfermedad y muerde a otro, ambos contraen la enfermedad y mueren. Dada la frecuencia con la que los diablos se muerden en la cara al luchar por el alimento, la enfermedad empezó a propagarse rápidamente.

Cuando un diablo de Tasmania enfermo de cáncer muerde a otro, le contagia la enfermedad.

cría de diablo de Tasmania

¿Qué estaba pasando? El organismo de los diablos infectados era incapaz de combatir las células cancerosas. Los científicos tardaron mucho tiempo en descubrir por qué. Resultó que este tipo de cáncer es capaz de esconderse del sistema de defensa de los diablos. Es decir, su organismo cree que el cáncer invasor forma parte de su propio cuerpo. Así que no se defiende de él. Y el cáncer sigue creciendo. Los diablos infectados pueden morir de hambre, porque el cáncer invade su cara hasta tal punto que les impide comer. 


De hecho, los diablos estaban muriendo en masa. Muchos científicos temieron que el diablo acabaría extinguiéndose. Pero eso no es lo que sucedió.

Avances en la conservación

Casi de inmediato, los guardas encargados de la fauna de Tasmania empezaron a formar lo que ellos mismos llamaron una “población segura”. Capturaron diablos sanos y emprendieron un programa de cría en cautividad. Con esta estrategia, los guardas garantizaron la continuidad de una amplia población de diablos de Tasmania.


Otro paso importante fue monitorizar la población de diablos salvajes. Los guardas pusieron trampas seguras para atrapar y soltar ejemplares. Antes de liberarlos, tomaban notas sobre el estado de salud de cada ejemplar. También monitorizaron a los diablos con cámaras de sensor de movimiento.

Los programas de reproducción en cautividad garantizaron una población de diablos sin cáncer.

Este diablo es puesto en libertad por los científicos para monitorizar la salud de los diablos de Tasmania.

Y en el laboratorio, estudiaron la enfermedad. ¿Podrían crear una vacuna que protegiera a los diablos? Aún no han terminado las investigaciones, pero los científicos están esperanzados. Además, han empezado a ver casos de diablos infectados que se recuperan. ¿Cómo? Los científicos creen que el organismo de algunos diablos está comenzando a adaptarse para combatir la enfermedad.  


Los diablos de Tasmania son una pieza clave de su ecosistema. Además de su importantísima función como necrófagos, también cazan especies introducidas como zorros, gatos asilvestrados y hurones, que a su vez destruyen la fauna local. Además de ser un símbolo nacional para los australianos, son unos animales muy queridos en todo el mundo. ¡Su recuperación es muy importante!