Las cataratas y la gente

La gente ha vivido en torno a las Cataratas de Iguazú durante más de 10,000 años. Antes de que llegaran los guaraníes, formaron parte del pueblo kaingang. El primer europeo en ver las Cataratas de Iguazú fue el explorador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en 1541. Se encontró con ellas mientras remontaba el río Paraná en busca de una ruta fluvial a Paraguay.


En 1609 llegaron misioneros religiosos, que fueron expulsados por los españoles en 1767. El interés por las cataratas en el mundo occidental no resurgió hasta principios de la década de 1880.


Tras una expedición científica a la región, se organizó el primer viaje turístico en 1901. Un año después, el Gobierno de Argentina empezó a planificar el primer parque nacional del país. El Parque Nacional de Iguazú se inauguró en 1934.

En el lado argentino se dice Cataratas de Iguazú, porque se habla español. Como en el lado brasileño se habla portugués, allí las llaman do Iguaçu”.

Esta señal identifica el parque.

Y cinco años después, su parque hermano, el Parque Nacional do Iguaçu, se inauguró en la otra orilla del río, en Brasil. Ambos parques han sido declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Además, las Cataratas de Iguazú han sido seleccionadas como una de las “Nuevas Siete Maravillas de la Naturaleza”.

Nubarrones en el paraíso

Es cierto, mucha gente lucha por conservar la región de Iguazú; y sin embargo, la gente es, precisamente, su mayor problema. Cazadores furtivos y madereros ilegales acuden al parque para llevarse árboles y animales protegidos. La gente que conduce por los parques, a veces atropella sin querer a los animales.


Fuera de los parques, el principal problema es la deforestación para el uso agrícola y forestal de la tierra. Cuando se talan los árboles, las plantas y animales quedan desprotegidos. Se extinguen especies. La deforestación también afecta a las Cataratas de Iguazú y a otros recursos hídricos.


Cuando se destruye un bosque hay menos árboles para captar dióxido de carbono. Y el aumento del dióxido de carbono hace subir la temperatura del aire. Una consecuencia del aumento de las temperaturas es una menor pluviosidad. Y si hay menos lluvia, fluye menos agua por las cataratas.

La represa de Itaipú, en el alto Paraná, es uno de los mayores proyectos hidroeléctricos del mundo.

Un grupo de turistas navega por las Cataratas de Iguazú.

Además, se han construido represas hidroeléctricas en los ríos de la región. Las represas suministran electricidad a la zona, es cierto, pero también afectan al nivel de agua de los ríos. Las plantas que requieren unos niveles de humedad constante sufren cada vez que se abre o se cierra una represa. Cada año acuden más de un millón y medio de turistas a ver las cataratas. La supervivencia económica de la región depende del turismo. Si las cataratas se secan o las plantas y animales empiezan a desaparecer, quizá dejen de llegar turistas a la región.

Todos juntos

Uno de los grandes desafíos para preservar la región de las Cataratas de Iguazú es su localización geográfica. Se encuentran cerca de las fronteras de tres países, y cada uno de ellos tiene sus propias ideas de cómo gestionar la región.​​​​​​​ Argentina y Brasil, por ejemplo, establecieron sus propios parques nacionales en la década de 1930. Pero Paraguay no lo hizo.


Estos países han tenido disputas al respecto, sobre todo en lo relativo a las represas. Sin embargo, ya han empezado a trazar planes a largo plazo para conservar y gestionar la región. Una parte importante de este plan ha sido aumentar las patrullas de vigilancia, la monitorización de las especies, la educación y la investigación.


El aumento de la población de jaguares es una clara señal de que el plan está funcionando. A principios de siglo XXI, los jaguares habían desaparecido casi por completo de la región de Iguazú. Los tres países aumentaron la vigilancia. Los investigadores pusieron cámaras trampa para disuadir a los cazadores furtivos. Los ganaderos que mataban jaguares para proteger a sus reses, se pasaron al cultivo del maíz y la soja.

Los jaguares están regresando.

Gracias a estas acciones, el número de jaguares se ha duplicado. Y actualmente, esta parte de Suramérica es la única región del mundo donde la población de jaguares está en aumento. Y es cierto: me quedé sin ver ningún jaguar durante mi visita al parque; pero eso no significa que los jaguares no me hayan visto a mí.


Los esfuerzos de la gente para mejorar estos parques están dando sus frutos. Merece la pena ver las esplendorosas cascadas y otras maravillas de Iguazú. Y, sobre todo, merece la pena luchar por ellas.

espectacular vista aérea de una sección de la cataratas